La
desertificación es el resultado acumulado de un contexto climático difícil y de
la utilización inapropiada de la tierra. Cuatro actividades humanas constituyen
las causas más directas: el cultivo excesivo que desgasta los suelos, el
sobrepastoreo y la deforestación que destruyen la cubierta vegetal que protege
el suelo de la erosión, y los drenajes inapropiados de los sistemas de
irrigación que provocan la salinización de los suelos.
La
voluntad del hombre de maximizar la productividad de los suelos es también otra
de las principales causas que agravan la degradación de la tierra. Por ejemplo:
- Los
cultivos en zonas donde los riesgos de sequía son muy altos;
- la
reducción de los ciclos de cultivo y de barbecho;
- la
utilización insuficiente de fertilizantes después de la cosecha;
- la
rotación inadecuada de cultivos o, lo que es peor, el monocultivo;
- Arar
la tierra de manera excesiva.
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