La
hidrosfera incluye los océanos, mares, ríos, lagos, agua subterránea, el hielo
y la nieve. La Tierra es el único planeta del Sistema Solar en el que está
presente de manera continuada el agua líquida, que cubre aproximadamente dos
terceras partes de la superficie terrestre, con una profundidad promedio de 3,5
km, lo que representa el 97 % del total de agua del planeta. El agua dulce
representa 3 % del total y de esta cantidad aproximadamente 98 % está
congelada, de allí que solo se tenga acceso al 0,06 % de toda el agua del
planeta. El agua migra de unos depósitos a otros por procesos de cambio de
estado y de transporte que en conjunto configuran el ciclo hidrológico o ciclo
del agua.
La
presencia del agua en la superficie terrestre es el resultado de la
desgasificación del manto, que está compuesto por rocas que contienen en disolución
sólida cierta cantidad de sustancias volátiles, de las que el agua es la más
importante. El agua del manto se escapa a través de procesos volcánicos e
hidrotermales. El manto recupera gracias a la subducción una parte del agua que
pierde a través del vulcanismo.
El
agua que conforma la hidrosfera se reparte entre varios depósitos naturales que
en orden de mayor a menor volumen son:
Los
océanos, que cubren dos tercios de la superficie terrestre con una profundidad
típica de 3000 a 5000 metros.
Los
glaciares que cubren parte de la superficie continental. Sobre todo los dos
casquetes glaciares de Groenlandia y la Antártida, pero también glaciares de
montaña y volcán, de menor extensión y espesor, en todas las latitudes.
Las
banquisas, capas de hielo marino flotante de entre 1 y 20 metros de espesor.
La
escorrentía superficial, un sistema muy dinámico formado por ríos y lagos.
El
agua subterránea, que se encuentra embebida en rocas porosas de manera más o
menos universal.
En
la atmósfera en forma de vapor de agua y nubes.
En
la biosfera, formando parte de plantas, animales y seres humanos.
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